ÁREA 05

INDUMENTARIA

TRADICIONAL

Es uno de los tesoros de la colección del Museo y forma parte de sus fondos más antiguos, ya que está íntimamente ligada a la Exposición del Traje Regional e Histórico, celebrada en Madrid en 1925.

Considerada un hito en el panorama cultural español, muchas de aquellas piezas fueron el germen del Museo del Pueblo Español en 1934,  antecedente directo del Museo del Traje. Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico, desde 2004. Hoy aquella exposición y el Museo son referente indiscutible para los estudiosos e investigadores del mundo tradicional.  

Estos antiguos trajes y sus complementos, calzado, sombrerería, tocados y joyería, son testimonio de un pasado centenario y portadores de una rica información, cargada de simbología. Hablan de la historia de nuestros pueblos ‒nuestras raíces y nuestra memoria colectiva‒,  sus miedos y creencias, su creatividad y su gusto estético, además del modo de entender la representación social y grupal. Son trajes vivos, elaborados en el seno familiar, anónimos, constitutivos de la dote y heredados, que se siguen vistiendo con carácter festivo local. Como documentos, han sido y son fuente de inspiración para escritores, viajeros, artistas, grabadores y fotógrafos en sus recorridos por España, y hoy día, para los diseñadores de moda. 

AREA 05

INDUMENTARIA

TRADICIONAL

Es uno de los tesoros de la colección del Museo y forma parte de sus fondos más antiguos, ya que está íntimamente ligada a la Exposición del Traje Regional e Histórico, celebrada en Madrid en 1925.

Considerada un hito en el panorama cultural español, muchas de aquellas piezas fueron el germen del Museo del Pueblo Español en 1934,  antecedente directo del Museo del Traje. Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico, desde 2004. Hoy aquella exposición y el Museo son referente indiscutible para los estudiosos e investigadores del mundo tradicional.

Estos antiguos trajes y sus complementos, calzado, sombrerería, tocados y joyería, son testimonio de un pasado centenario y portadores de una rica información, cargada de simbología. Hablan de la historia de nuestros pueblos ‒nuestras raíces y nuestra memoria colectiva‒,  sus miedos y creencias, su creatividad y su gusto estético, además del modo de entender la representación social y grupal. Son trajes vivos, elaborados en el seno familiar, anónimos, constitutivos de la dote y heredados, que se siguen vistiendo con carácter festivo local. Como documentos, han sido y son fuente de inspiración para escritores, viajeros, artistas, grabadores y fotógrafos en sus recorridos por España, y hoy día, para los diseñadores de moda.

ANHELOS Y ASPIRACIONES

El deseo familiar de niños, jóvenes y adultos es vestir trajes festivos lujosos que reproducen los mismos patrones, a excepción del de bebé, que posee tipologías propias. La riqueza es ostensible en los trajes noviales, cuyo  estricto código estético y ornamental requiere piezas identificatorias de la ceremonia: tocados, ciertas prendas, aplicaciones específicas o determinados modelos de joyería local. La boda, con su complejo ritual, difiere en su desarrollo según la zona de España que investiguemos.

La  fiesta aglutina ricos tejidos y decoraciones, además de valiosos complementos como cofias, pañuelos, mantones de Manila, sombreros, fajas, calzado y exuberante joyería. 

TRAJE FESTIVO

Candelario (Salamanca), Ca — 1850

Inventario — MT002154

Traje femenino galano o de fiesta, indicado para las celebraciones familiares y locales en la comarca de la Sierra de Béjar. Destaca el jubón, siempre bordado en sedas polícromas dibujando ramilletes florales, cuyos delanteros cierran con cintas entrecruzadas sobre el pañuelo de pecho o corbata. En las bocamangas lleva su tradicional botonadura de gruesa filigrana de plata.

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Pieza icónica es su mantilla de hombros, denominada serenero (verde si es de casada, como en este caso), rectangular y con un marco exterior formado por una banda de terciopelo de seda aplicada. Cierra con broche de plata que sujeta las puntas delanteras. La tipología de faltriquera, rectangular y con un bolsillo, es también característica del lugar; va atada a la cintura y cae sobre un costado del manteo o falda abierta y envolvente cuyos extremos montan a la espalda. El peinado repite el esquema de dos cocas o moñetes laterales, y el tradicional moño alto de picaporte trenzado sobre la nuca y vuelto hacia arriba.

TRAJE FESTIVO DE NIÑA

Candelario (Salamanca), 1870 — 1880

Inventario — MT-000369-72

Este traje salmantino de la comarca de la Sierra de Béjar ejemplifica la costumbre de vestir a niños y mocitas a la manera de los adultos, costumbre generalizada en prácticamente todos los períodos históricos.

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Consta de jubón, con peto bordado y cierre de cintas entrecruzadas muy distantes entre sí, y un manteo, o falda abierta de capa, y con cierre de lazada cuyos extremos montan sus extremos en el centro del delantero, detalle este muy particular y exclusivo de Candelario.

Ambas prendas están bordadas con hilos de seda que dibujan ramilletes florales. Calza un modelo de zapato negro exclusivo de esta zona, de tacón bajo, abotinado y de cuero, con adornos de terciopelo a modo de abrazaderas denominados majuelas; cierra con una gran lazada de cinta de seda. Completarían el atuendo el serenero, prenda rectangular sobre los hombros, y el moño de picaporte con dos cocas sobre las orejas adornadas con agujas metálicas.

TRAJE FESTIVO DE ALDEANA

Segovia, Ca — 1890

Inventario — MT002643

Este traje fue adquirido en Fuencaliente del Burgo, pueblo perteneciente al municipio de Fuentearmegil, ubicado en la comarca soriana de Tierras del Burgo, zona agrícola y ganadera que cuenta con buenos pastos. Lleva una saya de color “clavo”, llamada así por ser de tafetán abatanado de este específico tono amarronado, con dos betas o aberturas de cintura, y tableado encañonado en la espalda que se sujeta con una pasada de hilo entrecruzado en rojo y verde; la cinturilla cierra con corchete de hierro, sistema poco empleado en las sayas del mundo tradicional, por lo general cerradas con cintas ataderas.

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La chaqueta es corta a cintura, realizada con paño grueso de lana negra, con escote triangular muy pronunciado, y con decoración aplicada de banda estrecha de terciopelo negro; cierra en el centro del delantero, junto a la línea de cintura, con presilla y corchete metálico, y cada bocamanga, con ojete, ojal a la aguja de hilo morado y botón redondo de muletilla de metal dorado con imagen mariana de la Virgen del Pilar. Y a la cabeza, el típico pañuelo de palma, por su decoración estampada de motivos florales polícromos, de tafetán de algodón.

TRAJE FESTIVO

Alcañiz (Teruel), Ca — 1880

Inventario — MT005225-34

Traje masculino de la capital de la comarca del Bajo Aragón, al sur del Ebro. Consta de calzón interior blanco cuyas perneras asoman por el calzón exterior, que es negro, con cierre de tapa y muy ajustado, y chaqueta del mismo paño. La riqueza la determina el vistoso chaleco de terciopelo negro, cuello de pie, dos bolsillos horizontales y solapa sujeta con botón igual a los de la botonadura doble del chaleco, dieciséis botones metálicos esmaltados, de pasta vítrea de color blanco con dibujo trilobulado en rojo. Calza medias de trabilla de lana blanca realizadas a la aguja y alpargatas miñoneras con encintado negro.

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Las iniciales del propietario, C.C., bordadas en la camisa es una costumbre que manifiesta el deseo de personalización de la indumentaria tradicional, en especial aquella relacionada con el ajuar del novio o de la novia. El hecho de que asome el calzón interior responde al deseo de mostrar que se llevaban, dado el elevado precio de la indumentaria prácticamente hasta bien avanzado el siglo XX, en que se generaliza la mecanización en la misma, con el consiguiente abaratamiento. La denominación de miñoneras hace referencia a los miñones, una especie de guardia rural, que llevaban ese tipo de alpargatas, con suela de cáñamo cosido en espiral, y puntera de grueso hilo de lino torsionado, que se prolonga por el lateral hasta el talón.

TRAJE DE NOVIA

Navalcán (Toledo), Ca — 1920

Inventario — MT018601-05

El traje ceremonial de Navalcán es un icono para esta población toledana y se asocia al “Baile de la manzana”, una danza ritual de ofrenda. La silueta es en forma de reloj de arena, como la mayoría de los trajes tradicionales femeninos, y como ellos consta básicamente de falda, de diferentes nombres según la región, prenda de cuerpo o jubón y mandil. En el guardapiés, de lana fina roja, son singulares la aplicación de numerosas cintas de seda y la puntilla en el borde inferior realizada a bolillos con algodón blanco, y del tipo torchón, que identifica el encaje con motivos geométricos y en abanico.

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El jubón, negro, luce otra puntilla de torchón blanca que asoma por el escote a modo de cuello levantado. Resalta su singular tocado, a modo de diadema, con cinta de seda plegada, similar a la que cubre el moño de picaporte -trenzado de pelo vertical sobre la nuca-. Específicas también de este traje son las dos rosetas a modo de escarapelas sobre el pecho y el hombro, donde lucen elementos de joyería devocional como medallas y relicarios. Se complementa el conjunto con pendientes de abanico, rosario de madera al cuello y collar de cuentas de filigrana con la cruz tembladera, además de largas agujas que se clavan sobre el peinado de rodetes y botones de filigrana que cierran la bocamanga del jubón.

TRAJE FESTIVO  

Pozoantiguo, Alfoz de Toro (Zamora), Ca — 1870

Inventario — MT019762-65

Traje festivo, rico y muy colorido, cuyos bordados con lanas de colores son característicos de la escuela de bordado de Zamora, en concreto del Alfoz de Toro. Van bordados: el jubón -muy original, por estar confeccionado en lino color crudo, materia infrecuente en la este tipo de prendas, y carecer de mangas-; el refajo, de estameña (paño fino y regular), amarillo; y el pañuelo de hombros, en algodón labrado.

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Entremezclados con los motivos vegetales hay algunos otros simbólicos como el corazón, expresión del amor, o el jarrón con flores o el árbol de la vida, que simbolizan la fertilidad. Sobre el moño de picaporte, peinado alto de trenzas que se coloca en vertical sobre la nuca, luce cintas de seda o colonias, semejantes a las que conforman las caídas de cintura.

TRAJE FESTIVO

Segovia, Ca — 1890

Inventario — MT008762-65

Traje que muestra las características del vestir segoviano y de las técnicas decorativas propias en varias de sus prendas. Así, la antigua camisa es larga, con escote cuadrado y apertura parcial en el centro del delantero, y muestra en las partes visibles la maestría alcanzada por el bordado segoviano denominado de “corchado”, realizado sobre tejido de lienzo casero -tafetán de lino hilado y tejido en casa-, con una labor de aguja tan tupida en hilo de lana color marrón que prácticamente oculta el tejido soporte; el bordado, que reproduce motivos geométricos, recorre escote, pechera y puños.

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La saya es galana y responde a la tipología común, de paño de lana merina roja con cintura encañonada, dos aberturas de cintura y remates con vivos de cintas de telar; la decoración es una aplicación de tres anchas bandas horizontales, la central, más ancha, de terciopelo labrado negro.

El mandil es también de terciopelo labrado negro, con cintura tableada y sujeta con dos pasadas de hilo y decorada con aplicación de pasamanería de azabaches, término aplicado a las pequeñas piezas elaboradas con pasta vítrea muy brillante, por su parecido con las piezas talladas en azabache. El pañuelo, que parece de la campiña segoviana, es muy original, de tafetán de lana merina roja con fleco de deshilado, y su decoración a telar es de tipo cachemir, lo que nos indica que es un pañuelo importado que reproduce motivos orientales tan a la moda desde principios del siglo XIX, y también está enriquecido por un bordado floral en sedas policromas.

TRAJE DE NOVIA

Las Mariñas, La Coruña, Ca — 1900

Inventario — MT002316-20

Este conjunto ceremonial, festivo o dominguero es solemne, todo él negro a excepción de la cofia blanca, que contribuye a crear el icono gallego, la touca. Este antiguo complemento de cabeza realizado en encaje servía a modo de bolsa para guardar el cabello peinado en dos largas trenzas, según los testimonios. Esta concreta es un testigo del pasado, ya que no se han identificado otras tan antiguas, y tiene sobre el tul, representada una custodia flanqueada por dos aves, tipo paloma con las patas levantadas en actitud de picar, símbolo de la vida espiritual que ha de guiar a la mujer casada.

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También destaca el pañuelo merino de talle, de color naranja y denominado “de ramas”, por los motivos florales estampados, aunque podría llevar otro más “de vestir”, que sería de seda labrada.

Otra prenda destacada es la saya abierta de paño de lana merina, cuyas siete jaretas decorativas cumplen también una función estructural, pues contribuyen a armar el vuelo y la caída. Sobre el mandil de terciopelo se reproduce un corazón central flanqueado por tréboles, alusivos al amor, bordado con aplicación de canutillos de pasta vítrea. El traje se complementaría con el aderezo gallego conformado por pendientes de tres cuerpos colgantes, el collar de bolas de filigrana del que pende el colgante central, en los que predomina el modelo del sapo, según la denominación local, realizado en plata o plata sobredorada, además de las medallas de Santiago Apóstol, bien con los atributos de peregrino, sombrero y concha, en su caminar hacia la tumba del Apóstol, o bien como Santiago matamoros, con su iconografía guerrera, armado y a caballo.

TRAJE FESTIVO DE HOMBRE

Béjar (Salamanca), Ca — 1890

Inventario — MT007304-09

Este traje rico serrano procede de Béjar, destacada ciudad del sureste salamantino famosa por la producción textil ya desde el siglo XVI, y que hacia 1970 o 1990, tras varios periodos de crisis, dejaría de producir. Hasta entonces la potente industria estaba dedicada a la fabricación de paños finos de diferentes colores, conocidos como “paños bejaranos”, entre los que podemos citar el veintiseiseno, veinteocheno y treinteno, según sea el número de hilos que compongan la urdimbre.

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Cabe destacar que de este traje conocemos el nombre del propietario, José Hoyos, ya que aparece escrito en las ligas y en las botas altas de cuero negro, lo que lo convierte en un traje con historia propia, cosa poca frecuente.

Las prendas fundamentales, chaqueta, calzón y chaleco, son de felpilla, tejido grueso de terciopelo piloso y alto, pesado y muy abrigado -usado también en los trajes de La Alberca-. El calzón cierra con botones-monedas de plata: un peso filipino de Alfonso XIII de 1897 y una moneda de dos pesetas de Alfonso XII de 1882, además de otros de filigrana; y el chaleco, cruzado, con dieciocho botones de plata sobredorada, circulares, grandes y planos, con un perro de aguas aplicado y en relieve. La faja es de seda con motivos orientales. Y la camisa presenta labor de deshilado y bordado en blanco, y tal vez llevara dos grandes botones de media bola de oro, por lo que podría pensarse que se tratara de un traje de novio.

TELAR DE REJA PARA CINTAS

Salamanca, Ca — 1940

Inventario — MT008849

Son telares de reja, manuales, para la elaboración de cintas y flecos. Tabla rectangular que presenta una serie de regletas paralelas perforadas con un orificio en su parte central por donde pasan cada uno de los hilos de la urdimbre. La fibra se divide en dos capas, pasando unas por los agujeros de las varillas y otros por los espacios abiertos de las regletas. La trama se realiza con las manos, deslizándose los hilos móviles de la urdimbre hacia arriba o hacia abajo por cada pasada de trama con lo que se forma el ligamento o cruce.

CARDA

Ca — 1930

Inventario — MT017502

Carda en forma de tabla de perfil irregular. El extremo superior está formado por una pieza cuadrangular sobre la que hay un haz espeso de púas de hierro, la pieza central es circular y el extremo inferior lo forma una pieza uniforme con terminación en media luna. Lleva una argolla superior para colgarlo

PLURALISMO Y UNIDAD

En los trajes festivos perviven rasgos de las formas de vida de las sociedades preindustriales, ecos de antiguas tradiciones y valores sociales y religiosos. El decoro domina los trajes, severos y rígidos, que ambos sexos visten indistintamente en verano e invierno. Ellas, de Jaén, Córdoba y Soria, visten múltiples prendas sobrepuestas, dejando desnudos el rostro y las manos. Ellos, con ropas acordes a las exigencias de representatividad u oficio. Desde el alcalde de Ansó con su elástico rojo al cofrade gerundés, con barretina y anagrama mariano; desde el danzante segoviano con bordados de amor en el cinto, al santiagués con la montera picona. 

TRAJE DE DANZANTE

Garcillán, comarca de Cuéllar (Segovia), Ca — 1880

Inventario — MT002633-37

La prenda que identifica este conjunto indumentario es sin duda su cinto de cuero marrón, ricamente bordado con sedas de colores sobre fondo granate y dotado de dos pequeños bolsillos frontales para guardar sendas castañuelas o pitos, instrumentos indispensables para la danza -aunque parece que podían guardar también tabaco-, y con leyenda “VIVA MI DUEÑO”. Este texto es repetido con frecuencia en el mundo tradicional, ya que solían ser regalo de la novia al novio como parte del ajuar de boda. Por lo demás, reúne las características que son comunes a la mayoría de los conjuntos indumentarios masculinos de la provincia de Segovia: chaqueta, calzón, chaleco, faja y polainas.

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La chaqueta, corta y ajustada, recuerda por su hechura al marsellés, prenda de uso popular desde finales del siglo XVIII, aunque esta es de paño negro con decoración aplicada de paño picado a tijera y bandas de terciopelo de seda. El chaleco, al igual que chaqueta y calzón, muestra una rica botonadura de filigrana de plata.

Destaca la camisa de lino basto, con motivos bordados en blanco sobre la pechera y el cuello de pie, muy alto, que reproducen rombos delimitados por una fina greca. Es un bordado a la aguja denominado “a por cuenta”, técnica realizada sobre ligamento tafetán y siempre siguiendo un dibujo previo sobre papel, que se reproduce contando los hilos de este tejido, antes de lanzar la aguja; se trata de un excelente ejemplo de la escuela de bordado segoviano. Suele vestirse durante las fiestas mayores, la Exaltación de la Santa Cruz, y la Virgen de la Piedad, así como el Corpus Christi.

TRAJE FESTIVO

Valle del Roncal, comarca Merindad de Sangüesa (Navarra), Ca — 1910

Inventario — MT004158-63

Este específico traje masculino se viste en uno de los pequeños pueblos pirenaicos, el Roncal, capital del valle, muy marcado en sus costumbres por la rudeza del clima. Está compuesto por una chaqueta o “elástico”, de paño merino rojo, color ligado al “hombre comprometido”, aunque también se ha dicho que podría ser “de alcalde”, debido a la escasez de prendas similares encontradas y, por consiguiente al alto valor asignado a estas piezas testigo, que, se parecen bastante al elástico blanco con adornos en negro, que es el más común.

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Debajo del calzón de lana negra, viste otro interior de piqué blanco que asoma por las perneras -no en tafetán de lino crudo, denominado lienzo casero, que era lo normal-. Es importante señalarlo, pues los cambios significan evolución, y, en este caso, determinada por la introducción de tejidos nuevos para confeccionar prendas interiores, propios del avance técnico del último tercio del siglo XIX. Se ciñe con faja negra muy larga y ancha, y se cubre la cabeza con pañuelo sujeto con vistosos y diferentes anudados, y encima, el singular sombrero de “medio queso” o de “Sástago” (pueblo zaragozano donde se fabricaban), rígido, de fieltro prensado, cuyo proceso de fabricación permitía la impermeabilización; este luce el barboquejo, unas largas cintas de seda negra, con borlas en el extremo, que comúnmente sirve para sujetar el sombrero al mentón, y conserva las iniciales de propiedad DCF.

TRAJE DE COFRADE

Gratallops (Tarragona), Ca — 1850

Inventario — MT008591-95

Resulta sencillo identificar este traje de cofradía gracias al uso del cinturón rígido y festivo cargado de símbolos cristianos, como el Ave María y los propios de la Virgen de los Siete Dolores: corazón atravesado por siete puñales, túnica, gallo, columna o vasija. También, situarlo geográficamente, pues cubre su cabeza con la barretina, prenda característica del vestir catalán, en forma de bolsa alargada, cuya morfología es común en el entorno mediterráneo, asociada al mundo marinero. Su origen nos retrotrae hasta la cultura greco-romana, el gorro frigio (en la actual Turquía), pero fue en la Francia revolucionaria, cuando esta prenda se asoció con la libertad, junto al pantalón largo, que identificaba a los sans culotte frente al calzón, propio del antiguo régimen.

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El cofrade viste también la capa española, prenda de abrigo indispensable en momentos solemnes y actos religiosos, aunque sorprendentemente también se usa en períodos estivales, siempre con un marcado carácter elitista que denota jerarquía y poder económico. Se trata de una prenda muy codiciada y siempre heredada, en la que destaca la esclavina, a modo de capita de hombros sobrepuesta, y las vistas -la parte del interior que asoma por las aberturas delanteras- de diferente color y tejido, generalmente de gran calidad.

TRAJE DE MUJER

Valle de los Pedroches, Córdoba,
Ca — 1880

Inventario — MT005774-77

Este traje de Añora, uno de los diecisiete municipios que conforman la comarca de Valle de los Pedroches -que curiosamente no conforman un valle-, ofrece contrastes y novedades en fibras y decoraciones en las cuatro piezas que lo componen. La camisa, gruesa y larga, es de lino crudo, hilado y tejido en casa, como era tradicionalmente, pero la enagua es de algodón, fibra más habitual desde mediados del siglo XIX, más barata, fina y blanca, gracias al uso del cloro como blanqueante. Será, en torno al cambio al siglo XX cuando el algodón comercializado en piezas llegue a los circuitos de venta directa, los mercados, de manera que se facilite su incorporación rápida al mundo tradicional, sustituyendo a los refajos interiores, en especial en las zonas menos frías.

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El refajo exterior, resulta poco abrigado y original, debido a que el tejido es mixto, de algodón y lana, y dibuja pequeños cuadros de colores suaves, decoración infrecuente en los trajes tradicionales. Tiene abundante vuelo que parte de la cintura tableada y refuerzo interior de tejido diferente en el bajo, como protección, lo mismo que el cordón festivo aplicado al borde. Sobre los hombros, y usado en pico, lleva un amplio pañuelo de lana flecado, en sarga de colores rojos, azules y negro, también decorado con cuadros, ahora de gran tamaño.

TRAJE FESTIVO

Santiago de Compostela (La Coruña),
Ca — 1910

Inventario — MT000337

UNIFORME DE LA HERMANDAD-MILITAR DE LA VIRGEN DEL CARMEN

Molina de Aragón (Guadalajara), Ca — 1890

Inventario — MT0057799-5801

Este traje de gala y de mocito lo viste la Guardia de Honor de la Escuadra de Alabarderos con motivo de la festividad de la Virgen del Carmen, en la tarde del 16 de julio, para escoltar a la Virgen, tras la celebración de la misa, durante su procesión por las calles de Molina, conocida popularmente como la “Procesión de los cangrejeros”. El uniforme tiene las características propias de los militares dieciochescos y consta de: levita de paño de lana color crudo con cuellos y puños encarnados y la insignia del escudo carmelitano prendida sobre el lado izquierdo del pecho; pantalón rojo; y, sobre la cabeza, un alto sombrero o morrión de piel con pelo de color negro y los símbolos de la Orden del Carmelo.

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Portan el arma en su mano derecha, la alabarda y pica de acero, fijadas al asta de madera, según era la costumbre ya desde los siglos XVI y XVII. El origen de esta Cofradía se remonta al Fuero de Molina del siglo XII, en el que Manrique de Lara estableció la obligación de tener caballo a los habitantes que dispusieran de riquezas para así poder defender el señorío. Posteriormente, en 1284, la cofradía perdió su carácter militar con doña Blanca, quinta señora de Molina, quien organizó el Cabildo de Caballeros en Hermandad religiosa, “los caballeros de Doña Blanca”. Pero es en 1740 cuando se funda la Cofradía y Orden Militar del Monte Carmelo, bajo el patronazgo de la Virgen del Carmen; poco después Carlos III aboliría el Cabido en 1768. Supone una fiesta devocional muy celebrada que comienza con el traslado de la imagen desde su ermita hasta la Iglesia de Santa María la Mayor de San Gil.

TRAJE FESTIVO DE PASTORA

Villaciervos (Soria), Ca — 1880

Inventario — MT002201

Traje severo, reverencial y aparentemente austero, que transmite la silueta de una mujer tapada, a la manera del traje de manto y saya del siglo XVII. La pastora se recoge y abriga de tal manera que oculta su rostro con la mantilla semicircular, que representa una de las formas clásicas de abrigo femenil en el mundo tradicional y que, en ausencia de prendas de cuerpo específicas, suple su función con diferentes formas de mantillas, mantones e incluso sayas vueltas hacia arriba.

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El traje, visto de perfil, destaca por sus formas rígidas que proporciona el empleo de gruesos y pesados paños de merino marrón, denominado paño buriel, obtenido en casa tras hilar y tejer las fibras procedentes de su ganado lanar. La saya tiene cintura de tableado muy estrecho, con sujeciones de hilo. El contrapunto lo sugiere el delantal, corto y tableado, de rico y fino tejido de lana marrón, adquirido en el comercio, con decoración labrada floral, resaltada por las tramas espolinadas de seda rosa y morada, sobre el que se aplica una estrecha cinta de terciopelo negro en “U” que recorre el perfil del bajo. El traje, de forma intencionada se montó sin el pañuelo característico de cabeza, de algodón rojo estampado con motivos vegetales, denominado “tipo palma”, dado que la mantilla impediría su visión. Este se adquiriría en tiendas, ferias y mercados castellanos.

TRAJE DE PASTORA

Jaén, Ca — 1880

Inventario — MT000328-29

Este traje es el más significativo de Jaén, y lo vestían la pastora y la lechera que ordeñaba y también comercializaba la leche recorriendo las calles de la ciudad. Es un traje adaptado a las altas temperaturas alcanzadas en la zona, de ahí que su saya y delantal se denomina “de canícula”. Ambos se confeccionan con fibras frescas de algodón tejidas en sus propios telares, con dibujos geométricos. Bajo el jubón, apreciamos el pañuelo cruzado al pecho, bordado mecánicamente a punto de cadeneta. La prenda que imprime carácter al conjunto es la mantilla, usada sobre la cabeza o los hombros, de ligero paño merino de color rojo con decoración aplicada, de banda de tejido de terciopelo negro.

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La pastira se peina con moño que se denomina de lazo o de alpargata por su forma, ya que el pelo, muy largo, se trenza, siempre dividido en múltiplos de tres cabos, desde la nuca y luego, se vuelve en vertical hacia arriba.

Según la leyenda, el rojo de su mantilla alude a un asalto de musulmanes granadinos que tiñeron de sangre las mantillas blancas que la población llevaba durante la contienda. Sabemos que se utilizaba tradicionalmente el tinte natural extraído del kermes, insecto que vive parásito de un arbusto local.

GAITA

Lugo, Ca — 1900

Inventario — MT006171

Este tipo de instrumento, cornamusa, es conocido popularmente tanto en Asturias como en Galicia como “gaita”. En diferentes regiones de la península Ibérica se encuentran distintos tipos de instrumentos que son conocidos de manera genérica como “gaita”. En concreto, se trata de un instrumento aerófono. La bolsa, el fuelle que sirve de depósito de aire, está decorado con una pareja que representa a tipos gallegos bailando.

FLAUTA

Etxarri-Aranatz (Navarra), Ca — 1940

Inventario — MT012941

Flauta vertical encuadrada dentro de la típologia popular que se denomina txistu o chistu, también, emparentada con el galoubet. Este instrumento se toca en el Pais Vasco y en regiones pirenaicas junto con tambores conocidos como tamboriles que acompañan las danzas populares tradicionales como el Rondó del Bearne.

CASTAÑUELAS

Matatengua, Las Omañas (León) Hacia — 1800

Inventario — MT00765

Conjunto formado por dos pares de castañuelas que según José de Udaeta se denominan castañuelas góticas. Las castañuelas constituyen uno de los ejemplos de instrumento idiófono que obtiene el sonido al ser percutido directa o indirectamente. Además, es uno de los instrumentos asociados tradicionalmente a la música popular, con gran arraigo en todas las regiones de la península Ibérica.

EL TRAJE TESTIGO DE LA HISTORIA

Los trajes tradicionales como herederos de las modas, quedan vinculados a ellas a través de las prendas ancladas en el pasado. Así, conviven paños de antiguas fábricas de Béjar, telares alpujarreños, terciopelos de las Real Fábrica de Talavera de la Reina, algodones estampados con el azul de Vergara y muchos textiles realizados en telares locales hoy desaparecidos al igual que las fábricas. Comparten bordados a mano, aprendidos de memoria, con otros de elaborado diseño y carácter erudito, próximos al bordado de cofradía. Los complementos como mobiliario, instrumentos musicales, juegos de calle, útiles textiles o cuadros también son testigos del pasado y contribuyen a contextualizar nuestros trajes. 

TRAJE DE MUJER

La Serena, Badajoz, Ca — 1910

Inventario — MT002348-51

Traje del valle de la Serena, elaborado con prendas poco abrigadas, por lo que su uso sería en época estival, ya que esta zona goza de veranos cortos, secos y calurosos. La saya es de algodón blanco que dibuja cuadros en negro y además va decorada en lanas de colores; es uno de los pocos ejemplos de sayas a cuadros que encontramos en la indumentaria tradicional española. Resulta singular la faltriquera, que, por los datos del archivo del Museo, sabemos que fue hecha por pastores, dedicados al ganado ovino: es cuadrada y con labor de picado sobre cuero en su color, que dibuja motivos recortados simétricos de árbol de la vida e iniciales de propiedad AC, motivos que resultan visibles al contrastar sobre el paño de lana rojo de la trasera utilizada en su confección.

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El jubón es de paño de lana merina negro con adorno en la bocamanga de terciopelo, por lo que resulta una prenda galana o dominguera, que se vestiría en los días festivos. Resulta singular la faltriquera, que, por los datos del archivo del Museo, sabemos que fue hecha por pastores, dedicados al ganado ovino: es cuadrada y con labor de picado sobre cuero en su color, que dibuja motivos recortados simétricos de árbol de la vida e iniciales de propiedad AC, motivos que resultan visibles al contrastar sobre el paño de lana rojo de la trasera utilizada en su confección. El jubón es de paño de lana merina negro con adorno en la bocamanga de terciopelo, por lo que resulta una prenda galana o dominguera, que se vestiría en los días festivos.

TRAJE FESTIVO DE CAMPESINO

Lanzarote, Ca — 1920

Inventario — MT007399-7402

Este traje dominguero o festivo, posiblemente de danzante, presenta en todas sus prendas rasgos claros de evolución que explicaremos a continuación. Las esenciales, como la camisa y las nagüetas o calzón corto de bocas muy anchas, están realizadas en tejido moderno como el algodón blanco, y, en el caso del calzón, presenta en el bajo una labor de deshilado y bordado en blanco que caracteriza a la artesanía textil propia de las islas, realizada con técnica de aguja y también de bastidor, y que forma parte de la industria dirigida a la exportación. El chaleco, presenta un patrón evolucionado muy sencillo, lo mismo que su escueto bordado floral a punto de cruz y el cierre de botones tallados en madera y coloreados en verde.

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También la faja listada en sentido de su anchura, mediante la aplicación de estrechas cintas de diferentes colores que vienen a sustituir a las tradicionales fajas rayadas realizadas a telar. Los zapatos “resalados”, en piel de becerro con pelo y atadero de cordones, se denominan así por su diseñador, el pintor palmero Néstor Martín-Fernández de la Torre (1887-1938), escenógrafo y dibujante de vestuario, que desde 1915 creó una serie de modelos indumentarios, femeninos y masculinos, fruto de su invención, conocidos como “Trajes de Néstor”.

Destaca su interesante montera de paño negro, con una enorme escarapela de seda y aplicación de tejido dieciochesco de seda color salmón, labrada con hilo metálico; se mete por la cabeza y actúa a modo de tapabocas. La mayoría de estas prendas fueron donadas por el Cabildo Insular de Gran Canaria, en 1940.

TRAJE DE ARRATIANA

Vizcaya, 1940 — 1960

Inventario — MT015921-23

El valle de Arratia, muy próximo a Bilbao, es la llamada Vizcaya verde, con sus caseríos, y campesinos, que antaño se dedicaban a labrar y pastorear. Su traje muestra claramente la evolución de las formas de vestir tradicionales, al incorporar tejidos novedosos como este percal de algodón azul con estampado de pequeños motivos blancos, propio de las estaciones de primavera y verano. Sus patrones interpretan y simplifican los utilizados a finales del XIX, de manera que la falda es fruncida, con cinturilla recta y tiene apertura para la faltriquera y protección en el bajo, con vivo de trencilla azul marino.

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El cuerpo es ajustado con pinzas y el escote, redondeado. Sobre este, luce un mantón en pico de grueso hilo de algodón blanco tejido con ganchillo, técnica artesanal y labor femenina de amplio desarrollo durante el siglo XX, que ejemplifica la evolución de los trajes tradicionales, ya que remplaza al pañuelo de hombros. En los pies llevaría medias blancas tejidas en algodón y las características abarcas de piel de ternera con ataderos de cordón de lana merina marrón, fieles a la larga tradición y permanencia de las formas de calzado más antiguas, y aún en uso.

Por el tejido conecta con la industria textil de la villa de Bergara, en la comarca guipuzcoana del Alto Deva, importante nudo de comunicaciones y centrada en la producción de tejidos de algodón teñidos de azul con el colorante de origen vegetal índigo, conocido como azul Bergara. Su industria algodonera, tintorera y las tejedurías comenzaron a desarrollarse a partir de 1846 y gran parte de estos tejidos tenían pequeños motivos estampados, y han contado con una importante red de comercialización y un precio asequible, de tal manera que con ellos se confeccionaban los trajes en el hogar con la ayuda de la máquina de coser.

TRAJE DE ARRATIANO

Dima (Vizcaya), Ca — 1910

Inventario — MT005147-48

Es un traje del valle de Arratia, situado al sur de Vizcaya, dedicado a la agricultura y ganadería, además de al comercio. Las piezas que conforman este antiguo traje llegaron al Museo con la terminología en euskera, por lo que hemos considerado interesante transcribirla: chaqueta, txamar; calzón, praka; chaleco, gorotilne; polainas, azkiñeko. Estas prendas son de diferente procedencia: la chaqueta, con patrón y decoración muy original, procede del caserío Egiondo, Valle de San Valentín, lo mismo que el calzón; el chaleco, al igual que las polainas, del caserío de Elespe, en Dima.

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Todas ellas son de fino paño de lana merina color marrón, y es la chaqueta la prenda destacada, por el volumen que aporta a la silueta masculina; es a cadera, suelta, sin cuello ni cierre y con decoración aplicada de cordón en tono verdoso. También son relevantes las polainas muy ajustadas. El conjunto fue adquirido al Museo Arquelógico, Etnográfico e Histórico vasco, hoy Museo Vasco de Bilbao.

TRAJE FESTIVO DE VIUDA RICA

Toro (Zamora), Ca. 1880 — 1890

Inventario — MT005783-87

Es uno de los trajes más representativos de la provincia de Zamora, especialmente vasta y variada en cuanto a indumentaria tradicional se refiere. La ciudad de Toro se suele identificar con este traje negro y oro, tan cercano a los trajes de cofradía, a los roperos y camerinos de las vírgenes. Se trata de un conjunto en realidad distante del estado civil de viuda, ya que cualquier mujer puede vestirlo, sea soltera, casada o viuda; el nombre es una antigua denominación, cuyo origen y significación desconocemos.

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Está confeccionado en terciopelo negro, con bordado erudito -perfectamente diseñado, a diferencia del popular, que es improvisado o ejecutado de memoria-; es un trabajo realizado a la aguja y con bastidor, a base de aplicación de diferentes tipos de lentejuelas e hilos torsionados metálicos que reproducen diferentes temas decorativos: diferentes flores y rameados. El mantón de hombros además presenta dos personajes orientales bordados, que ocupan el centro, por lo que resulta evidente la influencia directa de los temas representados en los mantones de Manila que se habían puesto de moda durante el período romántico en España, y que enseguida se incorporarían al traje tradicional. Este traje se completa con los zapatos tipo salón también de terciopelo bordado en oro, lo mismo que las cintas de moño o las de culo, así denominadas las que cuelgan a la espalda desde la línea de cintura. El moño es de picaporte o de rodetes, sobre los que se lucen las agujas de pelo, de filigrana de plata sobredorada generalmente.

TRAJE FESTIVO

Villarino de los Aires (Salamanca), Ca — 1870

Inventario — MT000360-64

TRAJE FESTIVO

Fuentesaúco de Fuentidueña (Segovia), Ca — 1880

Inventario — MT002622-25

Interesante traje de esta zona septentrional de Segovia perteneciente al partido judicial de Cuéllar, que en fecha anterior al siglo XX se denominaba solamente Fuente Saúco debido a sus abundantes fuentes y arbustos de saúco. Consta de cuatro piezas que incluyen una capita de hombros, pieza poco común en la indumentaria tradicional. La capita, con esclavina, es de amplio vuelo, casi 360 grados, de paño rojo decorado con puntillas de encaje de bolillos metálico del tipo “puntos de España” y bordado a la aguja que reproduce una paloma, tema simbólico cristiano de protección, alusivo al Espíritu Santo, la paz, la armonía y el amor mundano.

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La saya es de paño merino rojo, con dos betas o aberturas de cintura y abundante tableado que le proporciona el vuelo, y cierra con cinta atadera de telar; el bajo está protegido con la rodadura interior, que es una banda aplicada de diferente tejido. La acompaña un jubón y un mandil de lanilla fina color burdeos con estampado de motivos de “Cachemira”, término aplicado a la decoración de los antiguos mantones y chales importados desde el siglo XIX de la India y el Tibet, elaborados con el pelo de su cabra autóctona e identificados por su amplio colorido y sus famosos “boteh” o motivos de lágrima curva insertos en múltiples elementos florales. Estos mantones eran muy valorados en la moda durante el período romántico, antes de incorporarse a la indumentaria tradicional.

ANGUARINA DE NOVIO

Ansó (Huesca), Ca — 1850

Inventario — MT005752

Esta prenda de abrigo masculina es signo externo de prestigio y estatus. Es ceremonial y forma parte de un traje de boda, aunque aquí se presenta sola. Su morfología es característica de este municipio que pertenece a la comarca de la Jacetania, en el Pirineo noroccidental de Aragón. Es de paño de lana merina negra parduzca, el color conocido como ala de mosca, y presenta un claro desgaste por uso en las bocamangas, que nos indica que se ha usado en muchas ocasiones después del enlace matrimonial. Tiene escote a caja y línea evasé, con dos bolsillos verticales escondidos en las costuras laterales, y con bocamanga abierta.

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El cierre es simulado y en la hoja derecha lleva dos botones de pasta negra, circulares y a molde, y en la izquierda, dos ojales falsos realizados con grueso y torcido hilo de torzal. Sabemos que se trata de un traje de boda ya que en el bolsillo interior guardaba el escapulario de novio, con la imagen de NA.SA. DEL PILAR, adornada con cordoncillo de hilo metálico plateado y dorado, además de lentejuelas metálicas de colores, advocación mariana de gran devoción en España, particularmente en Zaragoza, donde se encuentra la Basílica del Pilar. En la camisa encontramos las iniciales bordadas del propietario, JRB.

Desde 1971 se celebra el último fin de semana de agosto, el Día de la Exaltación del Traje Típico Ansotano.

TRAJE FESTIVO DE ASTURIANA DE LA CHATA

Asturias, Ca — 1855

Inventario — MT001263-66

Es un traje procedente de la testamentaria de la Infanta Isabel de Borbón y Borbón, La Chata, que fue regalado a la reina para su hija en el verano de 1858, en el trascurso del viaje familiar a Castilla-León, Asturias y Galicia. La costumbre de ofrecer presentes a los reyes a lo largo de su itinerario de viaje está documentada en las crónicas y noticias de prensa de la época.

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El traje, por las características del dengue o prenda de cuerpo cruzada, de perfil muy redondeado, realizado en paño merino color rojo con un zócalo perimetral aplicado de terciopelo negro y un entredós de pasamanería, responde a la tipología utilizada en la Asturias occidental, lindando con Galicia. Debajo, el jubón cierra con botones y broche de veneras de plata, motivo vinculado al Camino de Santiago; su lujoso forro, de seda labrada color crudo, está justificado por ser una infanta la destinataria del regalo. El manteo abierto es de paño de lana negro, guarnecido con adornos de pasamanería y “azabaches”, denominación genérica para las piezas de pasta vítrea negra, que suele acompañar a la indumentaria tradicional a fin de enriquecerla; cierra a un lado de la espalda con broche de plata de veneras, las conocidas conchas del peregrino, motivo cuyo origen es el marisco de gran consumo en la zona.

TRAJE FESTIVO DE MUJER

Santiago de Pontones (Jaén), ca — 1880

Inventario — MT000290-94

Pontones forma parte de la comarca de la Sierra de Segura, de orografía escarpada y clima de montaña, y por tanto con temperaturas extremas, lo que hace que su indumentaria se adapte a las cambiantes condiciones ambientales. Este traje es de rico colorido y va decorado con rayas -en el refajo y en el mandil. Ambas prendas están realizadas con un tejido mixto denominado pañolino -tramas y urdimbres combinan algodón y lana de diferentes colores-, que se tejería en telares caseros, muchos de ellos dispersos por las serranías que se extienden por la Alpujarras granadinas y almerienses, cuyos modelos son heredados de la tradición morisca.

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 El refajo tiene protegido el bajo interior con una banda de paño amarillo aplicado y también el borde con un cordón festivo. Sobre los hombros, viste un gran pañuelo de seda labrada y tornasolada que dibuja cuadros y motivos estrellados y florales, que recuerdan a los motivos andalusíes reproducidos en las yeserías.

ARGUIZAIOLA

Lizartza (Guipúzcoa), Ca — 1930

Inventario — MT001368

La arguizaiola, también conocida en castellano como Cerillero de Difuntos, es una talla de madera, habitualmente con aspecto antropomorfo, que incluye una vela enrollada. Habitualmente labrada sobre madera de haya o roble tiene talladas diferentes representaciones y figuras, esta concretamente está decorada a base de escotaduras. Se utiliza como ofrenda para alumbrar a los difuntos en el País Vasco y norte de Navarra.

JUEGO DE BOLOS

Pola de Siero (Asturias), Ca — 1935

Inventario — MT004715

Durante mucho tiempo, el juego popular ha convivido con el juguete industrial. Determinadas fórmulas lúdicas se repiten a lo largo del tiempo, a veces con escasas variaciones. El juego de bolos tradicional está muy extendido por toda la geografía peninsular, con variantes regionales en cuanto a su regulación, y muy relacionado con el ocio adulto. En la actualidad se sigue practicando, y en algunos casos se ha profesionalizado.

CARRETÓN

Badajoz, Ca — 1935

Inventario — MT004359

El carretón es un aparato donde los niños han aprendido a andar. Un tipo primitivo es el taca-taca que es un carretón de arrastre pero con asiento y oquedad para los juguetes. El niño no aprende a andar, pero sí a mantenerse en equilibrio.

MEDIO FÍSICO, USO Y FUNCIÓN

En toda comunidad observamos diferentes roles sociales, dentro de sus coordenadas espacio-tiempo. El trabajo y la actividad que desarrollan precisan de indumentarias específicas, adaptadas al medio y a sus funciones. Así, las prendas de cuero, además de las capas, mantas o monteras de lana, identifican al pastor que vive a la intemperie. El calzado ‒abarcas, zocas o alpargatas‒ también se adapta al medio y se convierte en emblema de oficios. La adopción de un traje a la moda puede crear un icono, caso del traje romántico de pasiega, estereotipo del ama de cría, o de la capa con esclavina que indica estatus profesional. 

CAPA DE CHIVA

Bercianos de Aliste (Zamora), Ca — 1850
Inventario — MT020021

Esta capa parda es el icono indumentario del triángulo que forman Aliste y Carbajales de Alba con la localidad portuguesa de Miranda de Douro. Imponente y muy pesada, es fiel reflejo de la industria y el comercio ganadero de la región, básicamente ovino y caprino. Tiene esclavina y capucha o capillo con la chiva, adorno que cuelga desde su vértice central y cae por la espalda, y es denominado así porque se parece a la barba de una cabra o chiva. Está confeccionada con paño merino color pardo, grueso y muy pesado, por el que el agua resbala; el tejido es de lana de ovejas “negras”, que, al no necesitar tintura, era la más utilizada en el mundo tradicional.

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El adorno consiste en la aplicación de tejidos semejantes o combinados en negro que reproducen dibujos geométricos pespunteados, elaborados con la técnica de “picado” a tijera; también puede incorporar fleco de paño cortado, y como aportaciones de color, las rayas de lana natural color crudo, un ribete o vivo de paño negro en el escote que termina en cintas ataderas o excepcionalmente iniciales de propiedad.

Su uso en esta zona fronteriza, denominada La Raya, es múltiple: de diario, trabajo, ceremonial y procesional. Las tradicionales y famosas procesiones de Semana Santa están íntimamente ligadas a esta prenda, ya que los cofrades la visten a modo de hábito, en la nocturna del miércoles santo en Zamora capital y en la diurna el jueves santo en Aliste. En la capital la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Amparo, crucificado, recorre las calles en silencio riguroso, custodiado por los hermanos de capas pardas iluminados con un farol y al ritmo de matracas. En Aliste comienza en la tarde del jueves con una misa en la iglesia de San Mamés, tras la que llevan el Cristo yacente hasta el Calvario; los cofrades visten las capas pardas y procesionan en dos filas, portando el hachón con su vela y los estandartes mientras cantan el Miserere y el Cántico de las Cinco Llagas.

TRAJE DE PASTOR Y MANDADERO

Gran Canaria, Ca — 1940
Inventario — MT007404-06 

Es un traje isleño con la característica camisuela de Gran Canaria, prenda que por sí sola lo identifica. Es una prenda de abrigo, en lana basta, realizada de forma artesanal en sus telares, con dibujos de líneas verticales con los colores naturales de la lana sin teñir, marrón y crudo; sencilla, larga y suelta, con cuello camisero y apertura parcial en el centro del delantero que recuerda las prendas utilizadas por los moriscos, y determina la herencia directa de la conocida chilaba marroquí, geográficamente próxima al archipiélago canario. Por debajo llevaría la camisa y las nagüetas o calzón interior.

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A la cabeza lleva una montera herreña -de la isla del Hierro-, cónica y larga, que se usa rígida o flexible, pero siempre rematada en borla de lana roja. Incluye polainas, de punto de lana marrón, tejidas por los propios pastores con cinco agujas y con cuya venta reforzaban escueta economía. Calza zapatos o “majos”, verdadero testimonio del pasado de la isla del Hierro, con diseño muy rudimentario y elemental, y realizados en vitela, con cintas ataderas al tobillo. Los conjuntos indumentarios similares al expuesto, refieren a la denominación “de mandadero”, caso de los títulos que aparecen escritos al pie de las fotografías antiguas conservadas, que vendría a designar a la persona que hace mandados o recados. Cabe señalar que algunas de las prendas comentadas son compartidas por las diferentes islas, y que en este traje algunas son donación del Cabildo Insular de Gran Canaria y otras proceden del Hierro.

TRAJE DE PASTORA

Atienza (Guadalajara), Ca — 1880
Inventario — MT004399

Este traje de trabajo está formado básicamente por jubón, saya y mandil, como la mayoría de los tradicionales femeninos. El jubón, de paño de sarga de lana merina color morado, tan del gusto del mundo rural, es corto a cintura y ajustado, con vivos de aplicación de trencilla de lana negra. Sobre él lleva un pañuelo de hombros, en crespón de lana gris verdoso, con los bordes desflecados, y muy sobrio. La saya, de paño tafetán de lana merina roja, decorada con una estrecha lorza, -un doblez horizontal que recoge el ancho de la saya y que era un recurso habitual en el mundo tradicional para alargar o acortar una prenda-, que va decorada en el bajo con vivo de trencilla de lana negra. Debajo de esta, lleva el refajo interior de paño amarillo con refuerzo interior, o rodapié, de ancha banda de tafetán de algodón[RJP1] , que lo protege contra el roce.

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Cabe destacar que en estas prendas encontramos un marcado deterioro por uso, debido a que son atuendos propios del trabajo diario de pastora, y que se aprecia en la saya en su generalizado desgaste, en el refuerzo interior y en el remiendo cuadrado con tejido diferente de tafetán de lana roja que tapa unos zurcidos antiguos; también en la pequeña restauración con tejido tafetán de lana marrón en el refajo interior.

TRAJE DE PASTOR

Chequilla, comarca de Molina de Aragón (Guadalajara), Ca — 1840

Inventario — MT003973-76

Este traje de oficio de pastor básicamente de ganado lanar, oveja y cabra, está formado por chaqueta, chaleco, calzón y zahones o zajones, prendas en su mayoría confeccionadas en cuero curtido en casa, donde las huellas de uso ponen en evidencia la morfología de la persona que la usó, ya que el cuero en el día a día se ha ido adaptando a las formas físicas del pastor. La chaqueta es abierta y mezcla lo funcional con lo decorativo: los dos bolsillos sobrepuestos tienen decoración dentada en los bordes, al igual que en los puños y el cuello; y toda la prenda está ribeteada en sus perfiles con una tira de cuero. El chaleco tiene bolsillos en la parte baja y se abrocha en el delantero derecho. En cambio, el calzón está confeccionado en grueso paño merino color pardo (lana marrón, sin teñir) y cierra en cada pernera con tres botones metálicos y una cinta atadera.

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Una pieza muy emblemática del oficio de pastor, y absolutamente funcional y protectora ante los embistes de los animales con los que convive, son los zajones o zahones, también de cuero; son una especie de medio pantalón delantero, con refuerzos en los bordes exteriores, que se fija a la cintura y a las piernas mediante correas y hebillas metálicas, siempre por encima del calzón.

Los materiales empleados proporcionan gran capacidad protectora y durabilidad, y responden al medio en el que se desarrolla este oficio, a la intemperie, tal y como suele ser habitual en los trajes de oficio condicionados por el uso, el clima, el terreno y los recursos existentes.

CAPOTE DE PASTOR

Montiel (Ciudad Real), Ca — 1870

Inventario — MT005699

Montiel es un municipio que pertenece a los Campos de Montiel, en plena Mancha Baja, comarca dedicada a la agricultura y a la ganadería. Esta prenda pastoril de abrigo, de paño de lana marrón claro, presenta importantes huellas de uso y está confeccionada toda ella a mano. Tiene un diseño muy funcional como corresponde a su uso: largo hasta la rodilla, amplio, recto, con mangas, capucha y grandes bolsillos. Los delanteros tienen el ángulo inferior curvo y presentan una abertura vertical o boca para acceder al bolsillo, muy grande y rectangular, y cosido por el interior con puntadas poco cuidadas. El escote se remata con una capucha triangular. Las mangas son tubulares, con las bocamangas vueltas hacia dentro. Es una prenda excepcional debido a que las prendas que sometidos a un uso intensivo apenas se conservan.

TRAJE DE ALCALDE

Valencia, Ca — 1900

Inventario — MT005513, MT005576 y MT020257-58

Traje de representación de cargo de gobierno local, concretamente alcalde; también podría ser de un labrador acomodado. Está compuesto por prendas de dos localidades situadas a las afueras de la ciudad de Valencia: Albal y Alboraya. Consta de un terno de terciopelo verde oscuro con rasgos de la moda urbana de principios del siglo XIX: pantalón largo, chaleco y chaqueta ajustada, corta a cintura y con cuello alto de pie, con botonadura de metal dorado y motivo de palmeta estampado. La prenda más característica es la rica capa de seda color violáceo, procedente de Albal, de círculo completo, que se considera un claro signo de poder económico y de rango social.

TRAJE FESTIVO DE HUERTANA

Murcia, Ca — 1850

Inventario — MT005413-14, MT005415A-B, MT005417 y MT005419

Refajo: fruncido de una pieza de 97 cm. de ancho de telar (orillos visibles en bajo y cinturilla) de tafetán de tejido mixto (urdimbre de algodón crudo; trama de lana rojo): lana roja con costura francesa en el centro del delantero, cinturilla vuelta en dobladillo a máquina que se frunce con una cinta de algodón negra, en el bajo con rodadura de tejido de tafetán de algodón rojo. Decoración: vegetal que ocupa casi todo el largo de falda (60 cm), bordado a la aguja en hilo de algodón color crudo. Guarnición de tres órdenes: orden inferior de guirnalda serpenteante a base de flor con tallo de capullos y hojas; central, más ancho, guirnalda serpenteante de campanillas, flores y hojas; y superior, con motivo yuxtapuesto a base de granadas abiertas y cerradas en torno a un talle serpenteante.

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Esta saya o refajo rojo, que mezcla algodón y lana, proviene de Javalí Viejo y entró en el Museo en 1935 a través del Correspondiente Francisco Frutos. Aunque sigue los modelos de las sayas de diario, como prenda festiva que es, se decora con varias lorzas y con un amplio bordado vegetal realizado a la aguja en hilo de algodón crudo. Pero lo más interesante de la prenda desde el punto de vista de su uso es el hecho de que se conservan en el reverso hilos malvas y marrones procedentes de antiguas costuras que nos indican que la costura se ha rehecho. También se han deshecho varias de las lorzas. Ambos detalles muestran que fue heredada al menos una vez, algo habitual entre las mujeres en el mundo rural popular hasta la Guerra Civil. Debido a la diferencia de talla entre las dos propietarias, la saya hubo de descoserse para reducirla, pero además la hija debía de ser además más alta que la madre, por lo que hubo también que quitar algunas lorzas para dar más largo a la prenda (detalle singular). Es muy frecuente que las sayas populares tengan lorzas, que en efecto pueden descoserse si es necesario. Las sayas de diario tienen una o como mucho dos, mientras las festivas tienen a veces un gran número de ellas. En realidad, en la indumentaria festiva las lorzas se convirtieron en un elemento decorativo más, uno que daba idea del poder adquisitivo de la propietaria, ya que para realizarlas se compraba más tela de la estrictamente necesaria y se «desperdiciaba» en las jaretas. Sin embargo, en este caso las lorzas hubieron de retomar su primitiva función práctica y, como si se tratara de una prenda cotidiana, permitieron que la saya se reutilizase.

TRAJE FESTIVO DE LABRADORA

Niharra, Valle Amblés (Ávila), Ca — 1880

Inventario — MT002671-76

Este traje festivo de esta localidad situada en el fondo del Valle Amblés, en el margen izquierdo del río Adaja, luce un característico manteo cerrado, de paño de lana merina roja decorada con aplicación en el bajo de una ancha tirana (o banda) de paño de lana negra con cuidado dibujo calado a tijera, técnica denominada “picado”, y otra segunda banda más estrecha también picada; su amplio vuelo muestra un leve tableado vertical denominado localmente “enchorrado”. Por el escote del jubón, o “jugón”, de puños decorados, asoma una pieza llamada camisolín, sustituto de la camisa y cuyo uso también tiene un paralelo en los trajes a la moda del período Belle Époque, entre 1885 y 1914; consiste en una pechera con cuello, en este caso alto y -muy rico, con aplicaciones de cintas de colores y bordados con abalorios-, que aparenta ser una camisa.

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El pañuelo de hombros “de mil colores” es de tafetán de lana merina color burdeos con fleco deshilado y decoración estampada floral, tipología muy habitual en los trajes tradicionales españoles.

TRAJE FESTIVO DE PASIEGO

Cantabria, Ca — 1920

Inventario — MT004981, MT005206-09 y MT005215 

El pasiego es el habitante de los territorios de La Pasieguería, que comprenden las cabeceras de los valles de los ríos Miera, Pisueña y Pas, río, este último, del que toman su nombre. Esta sociedad ha mantenido sus costumbres tradicionales muy arraigadas, siempre vinculadas a su actividad pastoril, la denominada trasterminancia, similar a la transhumancia pero con movimientos estacionales para sus ganados de menor recorrido, donde la construcción de cabañas resulta fundamental. El traje está formado por chaqueta, chaleco, faja y calzón, como la mayoría de los conjuntos tradicionales masculinos españoles.

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Chaqueta y calzón son de terciopelo de algodón marrón y van decorados con vivos de aplicación de galón de pasamanería negro. El calzón se ajusta por debajo de las rodillas por medio de un cordón, como tantos, pero que en los pasiegos termina en unos pequeños tubos de metal denominados “hierros”. La chaqueta se lleva abierta, por lo que permite lucir el chaleco, más lujoso que las otras prendas, como en la indumentaria burguesa del siglo XIX; este es de terciopelo de seda labrado en color naranja y marrón. Las tres prendas cierran -la chaqueta solo en los puños- con botones-monedas de mediados del siglo XIX con la inscripción «Isabel II por la Gracia de Dios y de la Constitución 1859» (de diferente año).

El uso de monedas fuera del curso legal está muy generalizado en la indumentaria tradicional, en especial a lo largo del siglo XIX, aunque también en el siglo XX, caso de las emitidas por el rey Alfonso XIII.

Muy característico de la indumentaria pasiega, y muy rústico, es el calzado conocido como chátaras: albarcas de pellejo muy escotadas, poco más altas que la suela, cuyo borde perforado se sujeta al pie con un complejo sistema de cintas ataderas también de cuero denominadas estuérdigas. Se calzan sobre el escarpín, especie de zapatilla sin suela confeccionada con paño de lana abatanado que llega por encima del tobillo y protege el pie de las estuérdigas. Los escarpines, también pueden ser usados con las albarcas de madera.

TRAJE DE PASIEGA

 Cantabria, Ca — 1920

Inventario — MT005200B, MT005202-04, MT005216 y MT083397

El traje consta de saya fruncida y delantal de peto, ambos de fino paño morado y decorados con aplicación de bandas de terciopelo morado, y chaquetilla del mismo material, corta, ajustada con ballenas y ornamentada con pasamanería metálica y botonadura de acero plateado. Se completa el conjunto con unas medias estriberas de lana en color crudo, que se pueden calzar con escarpines –especie de zapatillas de paño sin suela- encima, y sobre estos, las albarcas de pellejo o chátaras, muy escotadas, trenzadas en el borde y con trabilla en el centro de la puntera, por las que pasan las cintas ataderas de cuero o estuérdigas.

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Es un traje icono de oficio; una especie de uniforme, en este caso de nodriza. Las nodrizas amamantaban a los hijos de las familias acomodadas, generalmente en las ciudades, y pasaban hasta dos años con ellas, habiendo tenido que abandonar a los suyos en sus lugares de origen. Eran especialmente apreciadas y cotizadas las pasiegas, aunque también las segovianas.

COLMENA

Carcacía, Padrón (La Coruña), Ca — 1960

Inventario — MT01473

Esta pieza ingresó en las colecciones del Museo en 1962 por donación del etnógrafo Antonio Fraguas Fraguas. Se trata de una plancha corteza de alcornoque en forma cilíndrica irregular, ligeramente troncocónica sujeta con astillas de madera clavadas. En la base superior la cierra una tapa del mismo material, redonda, clavada del mismo modo. En la base inferior presenta un refuerzo de madera dispuesto en el perímetro interno sujeto con clavos que se doblan en el exterior. A la altura de éste se sitúa la entrada del nido. A 25 cm. de la base dos palos en cruz la atraviesan para facilitar la nidificación.

CUERNA

Salamanca, 1800 — 1899

Inventario — MT018293

Este tipo de vaso, llamado liara o aliara, lo llevaba el pastor en su mochila, para beber el agua en fuentes y arroyos, o la leche que por ordeño extrae de sus cabras y ovejas. En la mayoría de ocasiones carece de asa y tienen por término medio una dimensión como de unos 20 cm.

Esta pieza está realizada con un cuerno de bóvido vaciado y cortado en los extremos tapandose el lado menor con una rodaja de corcho y una tapa también de corcho en el otro, sujeta por un remache de hueso a una tira de cuero que forma parte del asa.

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El asa discurre por la parte cóncava, del uno al otro extremo, donde se sujeta con una grapa de hierro. Presenta decoración tallada y grabada en toda su superficie. Algunas figuras están talladas y grabadas, imitando el pelo de los animales, el plumaje de las aves, o los elementos de indumentaria. Otras están sólamente grabadas. En algunos casos, las incisiones se han rellenado de tinta roja, verde y negra.

MESA QUESERA

Villalonquéjar (Burgos), Ca — 1936

Inventario — MT018293

Mesa de madera formada por listones ensamblados a caja y espiga y clavos que forman las cuatro patas con chambranas laterales dispuestas en diagonal y frontales rectas sobre las que se levanta una tabla moldurada y terminada en uno de sus lados por un pico vertedero. En la superficie aparecen tallados cinco círculos de 13 cm. de diámetro que presentan a su alrededor canales o rayos por los que discurre el suero que se conduce, por un canal rebajado en la superficie de la tabla, hasta la boca, que remata en una pequeña abertura de 2 cm.

QUESERA

Logroño, Ca — 1940

Inventario — MT018293

Pieza de cuerpo cilíndrico y paredes rectas de escasa altura, realizada en mimbre con técnica de trama cordada sobre estructura en estrella en la base, y con tejido en cerco en las paredes. Los extremos de la urdimbre se torsionan en la boca formando un borde cordado plano y una amplia cenefa exterior decorativa de trenza abierta.

NOVIA DE NAVALCÁN

Navalcán (Toledo), Ca — 1920

Inventario — MTCE018601-05

El traje, con silueta en forma de reloj de arena, presenta un guardapiés de lana roja con aplicación de numerosas cintas de seda y puntilla en el borde inferior, puntilla que también asoma por el escote del jubón. Específicas de este traje son las rosetas a modo de escarapelas sobre el pecho y el hombro, donde lucen elementos de joyería devocional. 

Son conocidas las imágenes tomadas por la fotógrafa Inge Morath, insigne visitante de Navalcán y amiga de Cristóbal Balenciaga, al que fotografió en la intimidad de su casa. Fue la primera mujer admitida como miembro en la prestigiosa agencia Magnum para la que recorrió a partir de los años 50 diferentes países como reportera. Controlando nuestro idioma, en 1954 inició una serie de visitas a nuestro país. A Navalcán (Toledo) llegó buscando sus famosos bordados, sobre todo a las personas que los realizaban, y terminó realizando una serie de fotografías de una boda en las que refleja belleza, interés y respeto: “Presionar el obturador ha sido siempre un momento de alegre reconocimiento”.

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Uno de los trajes icono para esta población y que la fotógrafa capturó con su Leica es el que se asocia al “Baile de la manzana”. En este baile, la bailarina lleva un tenedor, con una manzana insertada, en el que los invitados dejan billetes destinados a su dote, pero, además, les suponen el premio para un baile con la danzante.

Algunas de las fotografías conocidas se centran en el cepillado del pelo, la elaboración del moño de picaporte –trenzado de pelo vertical sobre la nuca- y el clavado de las largas agujas de plata con esferas de filigrana sobre este.

SINCRETISMO RELIGIOSO Y CULTURAL

Ponemos en diálogo tres trajes enmascarados alusivos al demonio, representado como animal monstruoso y terrorífico, que se visten en fiestas locales tanto en España como en Hispanoamérica, en concreto en Artá (Mallorca) y en Panamá, en lugares como San Miguel Cetro y Villa de Santos. 

En Artá se escenifican las tentaciones de San Antonio Abad ‒la lucha entre la santidad y el mal‒, el dimoni, en esqueleto humano, que es devorado por las llamas.

En Panamá, los diablicos  transfieren el mundo de  los Autos Sacramentales, y el Corpus Christi culmina el sincretismo religioso, la asimilación, la conciliación y, con ello, la integración de tradiciones en nuestro mundo plural.

TRAJE DE DANZANTE

Villa de los Santos (Panamá), Ca — 1930

Inventario — MT015541-2

TRAJE DE DANZANTE

Diablico de Cucúa, Fiesta del Corpus, San Miguel Centro (zona de Penonomé), Panamá, Ca — 1960

Inventario — MT015537-39

Este conjunto indumentario forma parte de una danza sacramental panameña, que se realiza en una de las celebraciones más populares del calendario cristiano, el día del Corpus Christi, que nos remite a la Eucaristía. Se celebra el jueves, sesenta días después del Domingo de Resurrección. Este rito iría siendo aceptado paulatinamente en América, como un ejemplo de sincretismo religioso.

Interesante destacar que el traje no está realizado en tejido, sino en corteza del árbol de cucuá, de la familia de los higuerones.

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La máscara remite a una cabeza de cérvido -símbolo de regeneración vital, debido a la renovación anual de su cuerna- y se prolonga en estrecho manto que cae sobre su espalda, donde se concentran los elementos decorativos pintados artesanalmente con colorantes de origen natural -plantas como el guamí, bejuco y yuquilla-. En ella resaltan elementos añadidos como dos pequeñas astas naturales sin ramificaciones y algunos colmillos y dientes largos y curvados que asoman por su boca, tal vez estos de algún felino. Curiosamente los ojos están sin perforar lo que demuestra que la máscara está sin estrenar, y por tanto nunca se vistió.

El manto presenta símbolos religiosos que explican el significado del personaje: la custodia, la hostia y debajo la Luna menguante y el Sol; todo ello rodeado de estrellas y ramas vegetales, mientras que en la blusa y el pantalón solo se repiten de forma pautada la forma geométricas del triángulo. La icografía por tanto se corresponde con la celebración del día del Corpus Christi, donde la custodia de grandes ráfagas rematada por una cruz latina que contiene la Sagrada Forma representa el “bien”, mientras que el protagonista, el “Diablico”, con sus creencias astrológicas en el Sol, la Luna y las estrellas, en unión con su aspecto animal y salvaje de la cabeza de cérvido, transmite una imagen del “mal”. En esta ceremonia, el Diablico de cucúa corre, salta, sacude y asusta con su máscara feroz y el látigo, para acabar sucumbiendo ante el Santísimo Sacramento.

Es evidente el sincretismo religioso existente en Panamá en el siglo XX, en base a la convivencia entre el mundo indígena que ha mantenido vivas sus creencias y la cultura europea transmitida por la España cristiana.

TRAJE DEL DIABLO

Artá (Mallorca) Ca — 1920

Inventario — MT016436-38

Este traje se viste en una de las celebraciones más populares y tempranas del calendario cristiano, la de San Antonio Abad fijada el 17 de enero, con la víspera. La figura satánica se corresponde con el dimoni de Artà, que cada año, emparejado, acompaña al santo eremita, que goza de gran devoción en toda la isla.

El vestido del personaje infernal, el dimoni, es un referente en Mallorca y consiste en un mono de tejido de tafetán de algodón pintado al óleo de color negro, en el que resalta su composición decorativa realizada con vivos y brillantes colores: blanco, amarillo, rojo, gris, azul, verde, marrón y plata. El traje negro da corporeidad al maligno, y al visualizarlo reconocemos varias serpientes o áspides que se enroscan en el cuerpo, brazos y piernas.

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El personaje diabólico luce una máscara muy pesada pintada de negro que subraya su enorme fealdad y monstruosidad, con atributos terroríficos. Los gestos cómicos y burlescos se centran en los mofletes circulares, nariz y boca con saliente lengua, todos colorados, y ojos perfi lados en blanco. Esta valiosa y singular careta está construida en madera con refuerzos de escayola, y tiene una larga melena y gruesas cejas de tela peluda que imita piel animal. En la mano, el personaje porta una larga vara de bambú de dos metros y medio de longitud. El traje fue adquirido por el Museo en 1975 del escultor Pere Pujol, autor de la máscara.

PRESTAMOS CULTURALES

Rastreamos influencias de la moda del Antiguo Régimen en los tejidos labrados y espolinados de seda. También el influjo revolucionario francés, que originó la altura del cuello, y del imperio que acortó el talle. El Romanticismo creó nuevas formas decorativas, y proporcionó volumen circular a las faldas. Con el modernismo aparecen tejidos de seda o algodón con decoraciones florales. Más tarde los años 30 implantan el zapato salón. En los 50 se acorta severamente el largo de las sayas, que vuelve a descender en los 70. La joyería tradicional siempre ha bebido de las fuentes históricas y se ha enriquecido con los préstamos de las modas. 

TRAJE FESTIVO DE CHIRRI

Jaén, Ca — 1890

Inventario — MT000335-36

El término chirri define la indumentaria masculina jiennense. Tal vez porque ellos realizaban el trabajo de carreteros, y en sus desplazamientos por la ciudad las ruedas de sus carros chirriaban, y se asoció el sonido con la persona, el chirri. Supone la incorporación del traje sastre burgués, entendido como conjunto de chaqueta y pantalón, confeccionados con el mismo tejido, en este caso de grueso paño de lana color pardo, además de chaleco, siempre de tejido diferente y más rico, y con cuello esmoquin -tomado de la moda romántica-, que vestían los agricultores acomodados.

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El pantalón presenta perneras anchas con bocas abiertas que cierran con hileras de botones metálicos con eslabones largos que hasta entonces habían caracterizado a los trajes de calzón andaluces, del período romántico, y que al rozar unos con otros producían un peculiar sonido al andar. Complementos específicos de este icono de zona son: la faja ceñida a la cintura, de bordado a la aguja con motivos florales, técnica decorativa poco utilizada en la capital; el sombrero catite, complemento de cabeza rígido, con ala vuelta verticalmente que envuelve la copa troncocónica, tipología constante en la moda romántica y en concreto en la pintura costumbrista andaluza, que se asocia con el pañuelo de cabeza que lleva debajo, anudado de diferentes maneras; y en los pies, botas camperas de caña baja, de serraje y cierre de cordón, de fabricación local.

TRAJE FESTIVO

Candeleda (Ávila), Ca — 1890

Inventario — MT000341-46

Traje de la zona del valle del Tiétar, al sur de la provincia, que desarrolla una gran actividad agro-ganadera, formado básicamente por chaqueta, calzón, chaleco y faja. La chaqueta, al igual que el calzón, está confeccionada probablemente con paño de lana fabricado en Béjar, localidad salmantina conocida por la extraordinaria calidad, finura y lustre de sus paños negros. Es corta y se lleva abierta para lucir el chaleco, que en casi todos los trajes tradicionales suele ser de gran riqueza; se ve en esto una clara relación con la indumentaria histórica, cuando el terno aristocrático a la francesa, da paso a finales del siglo XVIII al traje del burgués de influencia inglesa, más sobrio, a excepción del chaleco, que permite tejidos y elementos decorativos y fantasiosos.

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Este chaleco, de terciopelo de seda negro, presenta motivos vegetales espolinados y un cierre cruzado con rica botonadura de plata y ojales. La cintura se ciñe con la faja de sarga de seda fucsia que contrasta con el negro predominante del traje, reforzado por sus complementos, también negros, como las polainas y el sombrero de ala, siempre sobre pañuelo de cabeza para recoger el pelo y a la vez proteger el sombrero. Trajes similares vemos en la ciudad el día 23 de mayo que recrea la “Ronda de la boda”, el antiguo ceremonial del casamiento con su tradicional “Baile de la manzana”, que consiste, también en la boda navalqueña, en la recogida de dinero a fin de sufragar los gastos y ayudar económicamente al comienzo de la vida en pareja.

TRAJE DE PAYESA

Gerona, Ca — 1880

Inventario — MT010087

Traje de payesa o campesina rica que consiste en un conjunto urbano que mezcla tendencias de modas de tiempos anteriores como el romanticismo con el gusto por el orientalismo presente a finales del período decimonónico. En sus prendas fundamentales, el jubón y la saya, resulta evidente la influencia del movimiento modernista que aporta elementos de la moda oriental: el tejido del jubón, de seda labrada negra con un pequeño motivo floral japonista, que produce grandes contrastes lumínicos con el fondo; la manga acampanada, denominada pagoda, por su similitud con la arquitectura chino-japonesa; la saya, de tafetán de algodón estampado, decorada con un dibujo de rameado laberíntico, geométrico y japonista.

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Estos tejidos frescos, ligeros y livianos se denominaron indianas debido a que la entrada del algodón en Europa se realizó a través de la Compañía de Indias desde 1780. Después se estamparían artesanalmente con motivos realizados sobre moldes de madera, técnica que evolucionaría más tarde con el uso de máquinas dotadas de rodillos cilíndricos metálicos, en las fábricas de Lyon. Encima, el delantal de seda, rayado y negro, realizado en un rico tejido posiblemente adquirido en el comercio y embellecido con decoración aplicada a la aguja de terciopelo y canutillos de pasta vítrea negra. Sobre los hombros luce un pico de encaje mecánico en algodón blanco de motivos calados, geométricos y florales, que conecta con la prenda de escote denominada “fichu”, de uso frecuente en la moda romántica, asociada al decoro por cubrir el escote. El traje muestra una silueta en forma reloj de arena, que contribuye a definir a una persona acomodada de finales del siglo XIX, ataviada con prendas que ponen en evidencia la evolución del traje tradicional, al admitir elementos propios de la moda urbana.

Junto al traje hemos colocado una “mantillina” catalana de paño de lana roja, muy interesante por su decoración bordada a la aguja de estilo neorrenacentista, en hilo de seda blanco que dispone flores y ramilletes simétricamente en torno a un eje. Es una pieza muy interesante porque representa en la indumentaria tradicional la infuencia de los movimientos artísticos, como medio de autoafirmación de la burguesía imperante.

TRAJE CEREMONIAL

Fraga (Huesca), Ca — 1770

Inventario — MT002833-25

Lo más característico de este lujoso y galano conjunto aragonés de la comarca del Bajo Cinca es el enorme mantón de Manila que cubre casi por completo el traje, y va cerrado en el centro del delantero con alguna joya o broche. Por su gran tamaño y la longitud de su fleco podemos circunscribirlo al período del Modernista, movimiento artístico que surge hacia 1880 y hasta 1920 aproximadamente. Otra característica del traje es la saya o faldeta que asoma por debajo del mantón, de amplio vuelo y confeccionada con tejido acanalado de seda, labrada y espolinada. Estas sedas tan valoradas en Fraga proceden del comercio con Valencia, zona productora y fabril desde época dieciochesca y reproduce los modelos clásicos de los siglos XVIII y XIX.

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Lleva a la cabeza, y sobre su elevado moño de picaporte, la mantilla de satén negro, la más adecuada para entrar en la iglesia. Dado el alto valor simbólico de este traje puede ligarse a la “Fiesta de la faldeta”, que se celebra coincidiendo con el día del patrono de Aragón, san Jorge.

La fragantina vestía con estas prendas o similares los días festivos, o para asistir a diferentes ceremonias solemnes, como su boda, cuando ya se había celebrado el rito del matrimonio. En este caso, es interesante señalar que el traje requiere el uso de otra prenda, una falda que se denomina la basquiña, confeccionada con tejido de seda negro, que cae sobre la saya ya comentada. Por debajo de ambas, vestiría un abundante número de sayas interiores con las que se formaría el pretendido volumen. Como peinado muy singular llevaría el monyo de canýs, o cañizos en relación a la recogida de agua de la fuente en cántaros que llevaban sobre la cabeza, y que consiste en un ancho y largo trenzado de pelo que se anuda y se monta doble, desde la nuca a la frente. Luce grandes arracadas que adornan las orejas, de oro bajo, o de oro con plata, de tres cuerpos, botón, lazo y perilla, con diseño que sigue los modelos del siglo XVIII, aunque tienden a la estilización. El conjunto se completa con un rosario de nácar y el abanico. Obviamente, este conjunto de prendas de boda constituye el más lujoso y valorado, por lo que está siempre relacionado en los documentos de dotes y repartos de la herencia.

TRAJE FESTIVO

Béjar (Salamanca), Ca — 1890

Inventario — MT013048-52

Este traje rico serrano procede de Béjar, destacada ciudad del sureste salamantino famosa por la producción textil ya desde el siglo XVI, y que hacia 1970 o 1990, tras varios periodos de crisis, dejaría de producir. Hasta entonces la potente industria estaba dedicada a la fabricación de paños finos de diferentes colores, conocidos como “paños bejaranos”, entre los que podemos citar el veintiseiseno, veinteocheno y treinteno, según sea el número de hilos que compongan la urdimbre. Cabe destacar que de este traje conocemos el nombre del propietario, José Hoyos, ya que aparece escrito en las ligas y en las botas altas de cuero negro, lo que lo convierte en un traje con historia propia, cosa poca frecuente.

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Las prendas fundamentales, chaqueta, calzón y chaleco, son de felpilla, tejido grueso de terciopelo piloso y alto, pesado y muy abrigado -usado también en los trajes de La Alberca-. El calzón cierra con botones-monedas de plata: un peso filipino de Alfonso XIII de 1897 y una moneda de dos pesetas de Alfonso XII de 1882, además de otros de filigrana; y el chaleco, cruzado, con dieciocho botones de plata sobredorada, circulares, grandes y planos, con un perro de aguas aplicado y en relieve. La faja es de seda con motivos orientales. Y la camisa presenta labor de deshilado y bordado en blanco, y tal vez llevara dos grandes botones de media bola de oro, por lo que podría pensarse que se tratara de un traje de novio.

TRAJE DE PAYÉS

Cataluña, Ca — 1880

Inventario — MT000917-19

Influido por el traje de majo madrileño, pues responde a las características del atuendo vestido por este grupo social a finales del siglo XVIII y principios del XIX y cuyo uso se extiende como revulsivo al afrancesamiento de la sociedad española tras la Revolución Francesa. El terno, conformado por tres piezas, chaqueta, calzón y chaleco, está realizado en terciopelo marrón con decoración bordada y polícroma y botones meramente decorativos en su mayoría.

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La chaqueta recuerda por su estructura a la jaqueta, prenda específica del majo y, al igual que el chaleco o chupetí, es muy corta, a cintura y con elevado cuello de pie, característico de la moda introducida por Napoleón en Europa.

El calzón mantiene el cierre de cintura más clásico, el de alzapón, que consiste en una tapa de perfil geométrico en “U” invertida abotonada en el delantero, al igual que el cierre de las perneras con cordones atados. Ciñe su cintura una faja de seda granate labrada, y la cabeza, con la cofia, gorro pequeño realizado en punto de aguja, en este caso rematado en largo colgante que cae a la espalda o sobre el hombro, y con el que el hombre recogía su habitual pelo largo.

PANDERO

Robleda (Salamanca), Ca — 1940

Inventario — MT007361

Instrumento de percusión directa de la serie membranófonos. Es de forma cuadrangular y consta de una membrana de piel que recubre por completo un aro cuadrado de madera. Esta membrana está unido en tres de sus lados por cuerdas y está también tensada por clavos diversos. Uno de los parches que encontramos roto aparece también cosido por cuerdas.

EXVOTO

Edad Moderna, Palencia, Ca — 1785

Inventario — MT013339

Exvoto en el que se representa en el centro a una niña sostiene con su mano izquierda una paloma blanca. A su derecha, cartela entre rocallas con leyenda. En la esquina superior izquierda, entre nubes, Cristo yacente. Se trata del Cristo de las Claras, también llamado de la Buena Muerte, una talla yacente que se venera en el Monasterio de Santa Clara de Palencia. Se trata de una imagen devocional de gran tradición taumatúrgica.

El traje de vistas de La Alberca (Salamanca), que originalmente era un traje de boda, probablemente en concreto el de la salida de la Iglesia, ha pasado a ser el elemento central de las fiestas albercanas pudiendo verse en la actualidad en días señalados en dicha localidad, especialmente en la procesión del Corpus Christi y en los días de la fiesta “diagosto”, en la que se celebra la festividad de nuestra señora de la Asunción y se desarrolla durante los días 15 y 16 de agosto.

Este traje está compuesto de un conjunto de prendas, tanto de indumentaria como de joyería.  En la parte superior se viste en primer lugar una camisa larga de lino blanco bordada en algodón negro centrando su decoración fundamentalmente en mangas y puños con motivos animales y vegetales estilizados. Los puños presentan una labor denominada “corchado”, en la que el dibujo lo forman las partes no bordadas de la tela, dándole al conjunto una textura de corcho.

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Los puños completan su decoración con unos ojales realizados en hilos de colores vivos y una tira de puntilla negra de algodón confeccionada con técnica de ganchillo. Sobre la camisa un jubón de terciopelo, muy escotado, que se ajusta al cuerpo con un cordón atadero. Decorado con vivos de pasamanería dorada en todas las costuras, su decoración se centra especialmente en las mangas donde la joyería de filigrana se enmarca con un motivo vegetal estilizado, para destacar los botones “colgantes” de filigrana de plata, de tipo charro, pues el resto de la prenda permanecerá oculta bajo la joyería y los pañuelos. En la espalda del jubón se decora con una cinta de coloniales, que se sujeta con alfileres, formando la “M” mariana, a modo de caídas de espalda. Sobre el pecho se coloca un pañuelo de colores vivos o de “llamas”, que ayuda a dar una imagen más homogénea del conjunto de corales de los manojos y manojitos que se llevan encima.

LA JOYERÍA

Lo más singular del Traje de Vistas es, sin lugar a dudas, su joyería, el conjunto está formado principalmente por corales y plata, en el que se incluyen relicarios, patenas, medallas, crucifijos, y todo tipo de dijeros. Alcanzando un peso de cerca de 10 kilos. Esta joyería está cargada de simbologías religiosas y de elementos de protección frente al mal, las desgracias o la enfermedad.  

HISTORIA DE LA PIEZA

El conjunto del Traje de Vistas de la Alberca es una de las adquisiciones más interesantes del museo. Así como de muchos trajes podemos solamente contar la historia desde el momento en que llegó al museo, en este caso también podemos contar parte de la historia anterior. La pieza ingresó en la colección del Museo Nacional de Antropología (antecesor del Museo del Traje) procedente de la dación en pago de impuestos de Caja Duero en 2001. 

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Este traje fue adquirido a su vez por Caja Duero a Elvira González Frax, una de las más importantes galeristas de Madrid (Medalla de Oro al Mérito en las bellas artes, entre otros importantes galardones), que lo había heredado de su madre Elvira Lucena, bailarina de danza española. Sabemos que Elvira Lucena pasó una temporada en La Alberca (Salamanca), aprendiendo las danzas del lugar con uno de los mejores maestros de  la jota serrana: Sebastián Luis “Guindilla”. Así, en 1942 compró Elvira Lucena este traje a María Hoyos,  “La tía Quina”. 

En un documento titulado “La Alberca y el Arte”, Luciano Barcala relató el sentir del pueblo de La Alberca por la marcha del traje: 

<<[…] Hoy se nos va de La Alberca uno de los poquísimos “trajes de vistas”, esa joya de traje regional que una persona tan autorizada en la materia como Ortiz de Echagüe ha calificado como el más rico y hermoso de toda España. Se nos va. Y nos ha entristecido pensar que ya no lo veremos más en ningún ofertorio ni en ningún acto festero. Y al pensarlo la tristeza se nos ha metido muy hondamente. Pero…menos mal…su marcha nos ha consolado las manos que son portadoras.

A nosotros que hemos visto partir con pena tantas y tantas cosas llevadas por “anticuarios” y curiosos, porque las veíamos partir en salto peligroso hacia lo desconocido, las manos que se llevan hoy “nuestro traje” lo llevarán en brillante exposición españolista por tierras propias y extrañas. […] Se nos va un “traje de vistas” y nos lo lleva la gran bailarina española Elvira Lucena. […]Pero Elvira Lucena sabrá lucirlo y prestigiarlo. […]Porque Elvira no sólo se lleva el traje sino que también se lleva en próvida reencarnación todo el ritmo de la danza albercana. […]Y en España se verá una danza auténticamente española, con un ropaje auténticamente español que hará ver que no sólo tenemos panderetas y trajes de torero.>>

Se trataba de uno de los trajes más antiguos y completos del pueblo. El museo conserva  varias fotos de la bailarina de joven y algo más mayor luciendo el traje. Parte de la joyería  parece que habría viajado al pabellón español de la Feria Mundial de Nueva York de 1964-65, donde también viajaron piezas cumbre de la historia del arte español de todas las épocas  así como otras muchas piezas de la colección del Museo del Pueblo Español.  

Pero nuestra mirada hacia el pasado no termina con esa adquisición de Elvira Lucena. Este traje sería uno de los que aparece en la publicación “Wedding costume. La Alberca, Salamanca: from photographs in the collection of The Hispanic Society of America” en 1931, y la vuelta grande del collar en la publicación del mismo año “Jewelry, necklaces La Alberca, Salamanca : from photographs in the collection of The Hispanic Society of America”.  Casi simultáneamente parte de la collarada de este conjunto aparecía también en la fotografía “Charras de La Alberca” de la serie Tipos y Trajes de Ortiz Echagüe (1930). (MTFD000339)

Se trata por lo tanto de una de las pocas ocasiones en que tenemos constancia de la permanencia a lo largo del tiempo de un conjunto unitario en la indumentaria popular, especialmente si tenemos en cuenta que algunas las piezas de joyería de este conjunto datan incluso de principios del siglo XVI.

Como nota curiosa no siempre se ha expuesto con el mismo número de piezas, al igual que no siempre se ha vestido de la misma manera. El museo cuenta desde 1935 con otro traje de vistas, y en ocasiones se ha optado por combinar las piezas de ambos conjuntos para completar uno u otro. 

Entre 2004 y 2009 este conjunto estuvo expuesto en la Exposición Permanente, y precisamente  la actividad “Modelo del Mes” del Museo del Traje, se inauguró con esta pieza, recién abierto al público el museo en Abril de 2004, de la mano de Juan Antonio Rodríguez Menéndez,  en el que podéis encontrar la descripción pormenorizada de todas sus piezas. 

Tras un merecido descanso participó en 2011-2012 en la exposición “Joaquín Sorolla & The Glory of the Spanish Dress” en el Queen Sofia Spanish Insitute de Nueva York; en 2017 en la muestra “Costumes tradicionnels espagnols, entre ombre et lumière”, en la Maison Victor Hugo de París, en colaboración con el Pallais Galiera. Y en 2018 pudimos verlo en la sala de Exposiciones Temporales del Museo del Traje en “Iconos de estilo. Una mirada a la indumentaria tradicional”

Como el conjunto que ingresó gracias a Caja Duero no contaba con zapatos, (aunque sí con hebillas sueltas), se expuso en varias ocasiones con los zapatos del otro Traje de Vistas de La Alberca

Y a finales del 2018 – principios del 2019 las joyas, la camisa y una de las tocas se expusieron en conjunto con el otro traje adquirido en 1935 para la muestra  “Modus, A la manera de España”, en la sala de exposiciones del Canal de Isabel II, dado que el traje de Elvira Lucena había estado expuesto ya bastante tiempo en los últimos años. 

Actualmente la famosa “vuelta grande” está expuesta en la vitrina 4 de la exposición permanente formando parte de la renovación del discurso expositivo. 

Entre las publicaciones cabe destacar la monografía “La Alberca. Joyas”  de Maria Antonia Herradón, en 2005. 

INVENTARIO — MTCE064676-485 y MTCE064402-19

TRAJE DE VISTAS DE LA ALBERCA

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    TRAJE DE VISTAS DE LA ALBERCA

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      El traje de vistas de La Alberca (Salamanca), que originalmente era un traje de boda, probablemente en concreto el de la salida de la Iglesia, ha pasado a ser el elemento central de las fiestas albercanas pudiendo verse en la actualidad en días señalados en dicha localidad, especialmente en la procesión del Corpus Christi y en los días de la fiesta “diagosto”, en la que se celebra la festividad de nuestra señora de la Asunción y se desarrolla durante los días 15 y 16 de agosto.

      Este traje está compuesto de un conjunto de prendas, tanto de indumentaria como de joyería.  En la parte superior se viste en primer lugar una camisa larga de lino blanco bordada en algodón negro centrando su decoración fundamentalmente en mangas y puños con motivos animales y vegetales estilizados. Los puños presentan una labor denominada “corchado”, en la que el dibujo lo forman las partes no bordadas de la tela, dándole al conjunto una textura de corcho.

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      Los puños completan su decoración con unos ojales realizados en hilos de colores vivos y una tira de puntilla negra de algodón confeccionada con técnica de ganchillo. Sobre la camisa un jubón de terciopelo, muy escotado, que se ajusta al cuerpo con un cordón atadero. Decorado con vivos de pasamanería dorada en todas las costuras, su decoración se centra especialmente en las mangas donde la joyería de filigrana se enmarca con un motivo vegetal estilizado, para destacar los botones “colgantes” de filigrana de plata, de tipo charro, pues el resto de la prenda permanecerá oculta bajo la joyería y los pañuelos. En la espalda del jubón se decora con una cinta de coloniales, que se sujeta con alfileres, formando la “M” mariana, a modo de caídas de espalda. Sobre el pecho se coloca un pañuelo de colores vivos o de “llamas”, que ayuda a dar una imagen más homogénea del conjunto de corales de los manojos y manojitos que se llevan encima.

      LA JOYERÍA

      Lo más singular del Traje de Vistas es, sin lugar a dudas, su joyería, el conjunto está formado principalmente por corales y plata, en el que se incluyen relicarios, patenas, medallas, crucifijos, y todo tipo de dijeros. Alcanzando un peso de cerca de 10 kilos. Esta joyería está cargada de simbologías religiosas y de elementos de protección frente al mal, las desgracias o la enfermedad.

      HISTORIA DE LA PIEZA

      El conjunto del Traje de Vistas de la Alberca es una de las adquisiciones más interesantes del museo. Así como de muchos trajes podemos solamente contar la historia desde el momento en que llegó al museo, en este caso también podemos contar parte de la historia anterior. La pieza ingresó en la colección del Museo Nacional de Antropología (antecesor del Museo del Traje) procedente de la dación en pago de impuestos de Caja Duero en 2001.

      Este traje fue adquirido a su vez por Caja Duero a Elvira González Frax, una de las más importantes galeristas de Madrid (Medalla de Oro al Mérito en las bellas artes, entre otros importantes galardones), que lo había heredado de su madre Elvira Lucena, bailarina de danza española.

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      Sabemos que Elvira Lucena pasó una temporada en La Alberca (Salamanca), aprendiendo las danzas del lugar con uno de los mejores maestros de  la jota serrana: Sebastián Luis “Guindilla”. Así, en 1942 compró Elvira Lucena este traje a María Hoyos,  “La tía Quina”.

      En un documento titulado “La Alberca y el Arte”, Luciano Barcala relató el sentir del pueblo de La Alberca por la marcha del traje:

      <<[…] Hoy se nos va de La Alberca uno de los poquísimos “trajes de vistas”, esa joya de traje regional que una persona tan autorizada en la materia como Ortiz de Echagüe ha calificado como el más rico y hermoso de toda España. Se nos va. Y nos ha entristecido pensar que ya no lo veremos más en ningún ofertorio ni en ningún acto festero. Y al pensarlo la tristeza se nos ha metido muy hondamente. Pero…menos mal…su marcha nos ha consolado las manos que son portadoras.

      A nosotros que hemos visto partir con pena tantas y tantas cosas llevadas por “anticuarios” y curiosos, porque las veíamos partir en salto peligroso hacia lo desconocido, las manos que se llevan hoy “nuestro traje” lo llevarán en brillante exposición españolista por tierras propias y extrañas. […] Se nos va un “traje de vistas” y nos lo lleva la gran bailarina española Elvira Lucena. […]Pero Elvira Lucena sabrá lucirlo y prestigiarlo. […]Porque Elvira no sólo se lleva el traje sino que también se lleva en próvida reencarnación todo el ritmo de la danza albercana. […]Y en España se verá una danza auténticamente española, con un ropaje auténticamente español que hará ver que no sólo tenemos panderetas y trajes de torero.>>

      Se trataba de uno de los trajes más antiguos y completos del pueblo. El museo conserva  varias fotos de la bailarina de joven y algo más mayor luciendo el traje. Parte de la joyería  parece que habría viajado al pabellón español de la Feria Mundial de Nueva York de 1964-65, donde también viajaron piezas cumbre de la historia del arte español de todas las épocas  así como otras muchas piezas de la colección del Museo del Pueblo Español.

      Pero nuestra mirada hacia el pasado no termina con esa adquisición de Elvira Lucena. Este traje sería uno de los que aparece en la publicación “Wedding costume. La Alberca, Salamanca: from photographs in the collection of The Hispanic Society of America” en 1931, y la vuelta grande del collar en la publicación del mismo año “Jewelry, necklaces La Alberca, Salamanca : from photographs in the collection of The Hispanic Society of America”.  Casi simultáneamente parte de la collarada de este conjunto aparecía también en la fotografía “Charras de La Alberca” de la serie Tipos y Trajes de Ortiz Echagüe (1930). (MTFD000339)

      Se trata por lo tanto de una de las pocas ocasiones en que tenemos constancia de la permanencia a lo largo del tiempo de un conjunto unitario en la indumentaria popular, especialmente si tenemos en cuenta que algunas las piezas de joyería de este conjunto datan incluso de principios del siglo XVI.

      Como nota curiosa no siempre se ha expuesto con el mismo número de piezas, al igual que no siempre se ha vestido de la misma manera. El museo cuenta desde 1935 con otro traje de vistas, y en ocasiones se ha optado por combinar las piezas de ambos conjuntos para completar uno u otro.

      Entre 2004 y 2009 este conjunto estuvo expuesto en la Exposición Permanente, y precisamente  la actividad “Modelo del Mes” del Museo del Traje, se inauguró con esta pieza, recién abierto al público el museo en Abril de 2004, de la mano de Juan Antonio Rodríguez Menéndez,  en el que podéis encontrar la descripción pormenorizada de todas sus piezas.

      Tras un merecido descanso participó en 2011-2012 en la exposición “Joaquín Sorolla & The Glory of the Spanish Dress” en el Queen Sofia Spanish Insitute de Nueva York; en 2017 en la muestra “Costumes tradicionnels espagnols, entre ombre et lumière”, en la Maison Victor Hugo de París, en colaboración con el Pallais Galiera. Y en 2018 pudimos verlo en la sala de Exposiciones Temporales del Museo del Traje en “Iconos de estilo. Una mirada a la indumentaria tradicional”

      Como el conjunto que ingresó gracias a Caja Duero no contaba con zapatos, (aunque sí con hebillas sueltas), se expuso en varias ocasiones con los zapatos del otro Traje de Vistas de La Alberca

      Y a finales del 2018 – principios del 2019 las joyas, la camisa y una de las tocas se expusieron en conjunto con el otro traje adquirido en 1935 para la muestra  “Modus, A la manera de España”, en la sala de exposiciones del Canal de Isabel II, dado que el traje de Elvira Lucena había estado expuesto ya bastante tiempo en los últimos años.

      Actualmente la famosa “vuelta grande” está expuesta en la vitrina 4 de la exposición permanente formando parte de la renovación del discurso expositivo.

      Entre las publicaciones cabe destacar la monografía “La Alberca. Joyas”  de Maria Antonia Herradón, en 2005.

      INVENTARIO — MTCE064676-485 y MTCE064402-19

      GLOSARIO

      MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - 

      MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - MÚSICA - 

      DISFRUTA

      NUESTRA PLAYLIST

      DISFRUTA NUESTRA

      PLAYLIST

      BIBLIOGRAFÍA

      LA PALABRA VESTIDA: INDUMENTARIA HISTÓRICA Y POPULAR I Y II

      Desde el 2015, el Museo Provincial del Traje Popular de Morón de Almazán (Soria), convoca el Seminario “La palabra vestida”. Las dos primeras ediciones, ya publicados, reúnen las comunicaciones presentadas en las que se tratan, desde diversas perspectivas, el estudio de traje tradicional.

      ICONOS DE ESTILO: UNA MIRADA A LA INDUMENTARIA TRADICIONAL (EXPOSICIÓN)

      La mirada del fotógrafo Manuel Outumuro a los fondos de indumentaria tradicional del Museo del Traje seleccionados por el comisario del Palais Galliera, Olivier Saillard, para su exposición en la Maison de Victor Hugo, París.

      TEXTILTECA

      INDUMENTARIA

      TRADICIONAL

      Píldoras del Museo del Traje

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      Museo del Traje. CIPE Av. Juan de Herrera, 2 (28040) Madrid
      Metro: Ciudad Universitaria (línea 6) Moncloa (líneas 3 y 6)
      Teléfono: 91 550 47 00

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